La Semana Santa se preparó sin contar con los inconvenientes de la meteorología, que caprichosamente hizo acto de presencia  en la tarde del  Viernes Santo imposibilitando que nuestra Cofradía pudiera salir en procesión.
Afortunadamente la noche del Miércoles Santo fue una noche especial, la gente se reunió en la calle, en el interior del templo la Cofradía se preparaba para salir en procesión. Los capataces desearon suerte a los costaleros que decidieron ceder sus pies a Nuestra Titular para que pueda salir procesionando las calles de Monóvar.
El Trono se aproxima a la puerta principal de la Iglesia, los tambores empiezan a tocar.
Mientras el público mira atentamente y en silencio, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad cruza lentamente la puerta de La Arciprestal entre redoble de tambores y aplausos del público.
Tras varias horas de procesión, nos encontramos con la otra señora de la noche, la Cofradía de Nuestra Sra. de los Dolores, que salio del Templo con otro recorrido distinto.
Poco a poco se acercan las dos imágenes, las dos bandas se funden en una sola para celebrar el encuentro. Con las dos imágenes frente a frente empiezan a sonar las notas de la Saeta del Cristo de los Gitanos, el rostro del público dibuja un sentimiento de sufrimiento y dolor. El Trono de Nuestra Titular comienza a retroceder y las dos bandas perfectamente compenetradas suben el ritmo de los tambores y clarines arrancando las lágrimas de emoción de todo un pueblo que rompe en aplausos ante el incesante balanceo de nuestro Trono.
Tras estos momentos de emoción las dos Cofradías desfilaran juntas hasta la Iglesia. El cansancio esta presente a la llegada al Templo pero la presencia del público da ánimos.
El exterior de la Iglesia está repleto de gente. Los tambores empiezan a abrir paso ante la proximidad del Trono, Nuestra Titular se acerca a paso lento y encara la puerta principal, la gente guarda silencio, riguroso silencio.
Son los últimos minutos, los tambores empiezan a redoblar y suena la campana al tiempo que grita el capataz, " AL CIELO CON ELLA..., DESPACIO, ENTRAD DESPACIO".
Mientras la Imagen de Nuestra Sra. de la Soledad se despide del público, éste rompe en aplausos que, sumados a los redobles de la banda de tambores, consiguen transmitir un estado de emoción dificil de explicar a todo un pueblo que rememora la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

                                                                        Francisco Jaén.