Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Monóvar - Semana Santa 2013


   
  Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Monóvar
  Semana Santa 2013
 
Crónica Semana Santa 2013


Miércoles Santo en Monóvar, noche apacible y estrellada. Esta noche procesionan las Cofradías de Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora de la Soledad.

Pasadas las diez y media de la noche, y tras la salida de "la Dolorosa", el Estandarte de la Cofradía flanqueado por dos faroles, ocupan el dintel del Templo Parroquial.

Mientras, en el exterior, cientos de miradas fijan sus ojos en las puertas abiertas de par en par, para ver salir a la Virgen de la Soledad, mujer humilde que por amor a Dios vivió y sigue viva por los siglos de los siglos.


Ella espera impaciente el momento de salir en busca de su Hijo por las calles de su pueblo. Previamente a sido cuidadosamente vestida por sus camareras, entre sus manos guarda un pequeño detalle, que al finalizar la procesión, será entregado a una persona que necesita de ayuda divina. Su trono ha quedado perfectamente engalanado con su majestuosa candelería, y su exorno floral formado por rosas blancas, claveles, flor de cera y retama amarga, despide ese olor peculiar, que mezclado con el humo de las numerosas velas de nuestros cofrades, impregnaran las calles de la ciudad.

La Banda de Tambores se prepara en el exterior del templo para marcar el paso de los costaleros. La tensión se puede cortar, la Cofradía celebra su setenta aniversario y nadie quiere fallar en tan señalado acontecimiento. Empiezan a sonar las primeras notas de la Banda de Tambores y el capataz cede la campana al Hermano Mayor, él será, en el momento convenido, el encargado de dar la primera "levantá" al trono.

La imagen avanza por el pasillo central del templo hasta asomar, con paso elegante, ese rostro perfecto de Madre perfecta. La Virgen de la Soledad está en la calle, hombres mujeres y niños aguardaban el momento de verle salir, y ahora caminan a su regazo, dispuestos a brindarle oraciones, esperando que con ellas encuentre consuelo a su dolor.

La Cofradía recupera el mismo itinerario que no pudo realizar el pasado año debido a las inclemencias meteorológicas. Los vecinos del barrio de la Goletja esperan emocionados el paso de la Virgen por sus angostas calles. Callejones, que con pericia van sorteando los costaleros, no sin la ayuda de los capataces y el ritmo marcado por la banda de Tambores.

El cortejo procesional sigue avanzando hasta el lugar acordado para el encuentro con la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores. Los alrededores están repletos de gente, habitantes y visitantes, cada año en mayor número, que al verla se sienten reflejados en Ella. Ella es la Soledad y año tras año recorre las calles de la Ciudad, para recordarnos la pérdida del ser más querido y su deseo por un mundo más justo.

El momento esperado está a punto de suceder, las dos imágenes, al son de las bandas de Tambores y cornetas fusionadas para la ocasión y en perfecta coreografía, avanzan hasta que ambos tronos se funden en un abrazo, escenificando ese abrazo entre la Madre y su Hijo.

En ese instante el público presente irrumpe con sus aplausos, algunos llevados por la multitud tienen que presenciar desde lejos este encuentro, pero no temáis, aunque estáis lejos, Ella sabe de vosotros y os mira con agrado.

Tras estos minutos tan vibrantes y especiales, los dos tronos quedan emparejados uno junto al otro, es entonces cuando la Madre susurra a su Hijo "Hijo aquí estamos todos sufriendo por ti. Deseando tener un corazón como el tuyo, capaz de perdonar incluso al que te hiere".

A continuación, la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores inicia el camino de regreso al Templo y tras ella, un ejército de cofrades de luz con sus velas encendidas, la Banda de Tambores protegiendo el trono portado por los costaleros y tras él, las camareras y mantillas, siempre al servicio de la Titular.

Al filo de las dos de la madrugada los dos tronos vuelven al templo, y la Virgen de la Soledad, con su rostro desolado y triste, surcado por unas lágrimas de amor y dolor infinitos por su Hijo, hecho a imagen y semejanza de Dios, vuelve a llorar a su casa. 

                                                                           Francisco Jaén

 
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nació el 27 de Enero de 2008.

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